jueves, 8 de diciembre de 2016

Eres...

Eres poesía.
Eres la emoción de un niño cuando se despierta la mañana de navidad; la mía cuando las calles se empiezan a llenar de luces (a pesar de haber perdido ya esa inocencia).
Eres el abrazo de un ser querido al que no ves de hace tiempo.
Eres la nostalgia al pasar por delante de tu antiguo colegio.
Eres la sonrisa de un extraño cuando cruzáis las miradas.
Eres un mar embravecido en plena tormenta. Y la paz que viene después.
Eres la estrella que siguieron tres sabios dos mil años atrás y que ahora me guía a mí hacia casa cada noche.
Eres un universo entero.
Eres pura adrenalina.
Eres grito en plena revolución.
Eres la Noche Estrellada, y siempre he adorado las pinturas de Van Gogh.
Eres la emoción de un escritor al terminar su obra maestra.
Eres el sabor del café a primera hora de la mañana.
Eres uno de esos largos viajes en coche sin planear la ruta, de esos que tanto me gustan a mí.
Eres la sensación que te invade al cantar a pleno pulmón en un concierto tu canción favorita junto a centenares de personas más y el cantante en silencio.
Eres el reencuentro entre dos amantes en un aeropuerto, y la despedida, todo a la vez.
Eres el “sí” más seguro de toda una vida, sin un solo susurro de un “puede” en el subconsciente.
Eres hogar, donde sea que estés.
Eres destino y camino a la vez, y ojalá hubieras sido la casilla de salida.
Eres Paris, con todas sus luces y todas sus historias de amor.
Eres pisar Madrid por primera vez y quererte quedar para siempre.
Eres Roma, porque todos los caminos llevan a ti, porque eres arte y religión.
Eres salir del agua para respirar al fin, después de unos angustiosos segundos en los que no tienes claro que vas a salir de esta.
Eres el saberme todas las palabras de mi antigua canción favorita.
Eres el latir acelerado de un corazón después de la carrera de su vida.
Eres refugio, seguridad, calma.
Eres un todo, que no deja nada fuera.
Eres realidad e imaginación.
Eres filosofía,
música,
literatura.
Eres acierto.
Eres reminiscencia.
Eres poesía.
Mi poesía.

-Marie G.

domingo, 23 de octubre de 2016

AM


Es muy fácil arrepentirse de noche, cuando todo está en completo silencio y todo y todos están durmiendo. Cuando incluso los pubs de la ciudad están cerrando las puertas, porque solo quedan un par de borrachos, que van a salir del local a trompicones buscando otra fiesta, hasta encontrar un portal en el que dormir la mona hasta la mañana siguiente, y entonces la quietud va a inundar la noche, solo cortada por el ruido de una sirena lejana, hasta que salga el sol dando comienzo de nuevo a la rutina.
Es muy fácil arrepentirse a esas horas. Es muy fácil echar de menos a alguien. ¿Por qué no le pedí que se quedara? ¿Por qué no le dije como me sentía? ¿Por qué no le demostré que le quería? ¿Por qué no luché más? Y un sin fin más de por qués sin respuesta que te atormentan hasta tal punto que ni te das cuenta de la hora que es. También es muy poético, y qué bien se escribe de noche, cuando nadie te molesta.
La cosa es, que yo no te pienso de noche (que también). Pienso en ti a las 8:30 de la mañana, mientras me abro paso entre un mar de gente para llegar a clase y me empujan de un lado a otro porque ya no quedan personas consideradas en el mundo, y pienso en ti a las dos de la tarde, cuando estoy comiendo con más gente y mi cabeza no debería estar a tu lado; y pienso en ti otra vez a las 6, porque sí. Porque es muy fácil pensar cuando no se puede hacer nada más, pero yo siempre encuentro sitio para ti. Aunque tu no lo hagas. Como nunca lo hacías, como probablemente, nunca lo harás.
Y también te echo de menos, cuando alguien usa alguna de tus expresiones, o cuando bromeo con algo que solo tu entenderías, y sonrío para mí, porque sé que nadie más va a pillarlo. Te echo de menos cuando echan tu serie favorita, y te echo tanto de menos que a veces incluso puedo imaginarme qué opinarías de cualquier cosa si estuvieras allí.

Me he arrepentido hoy, a las 7 de la tarde, de no haberte abrazado ese día que probablemente fuera el último, aunque no lo recuerde demasiado bien. De mi manía de tragarme las palabras y los sentimientos hasta que no me dejan respirar, y de escribirte después. Porque siempre te escribo, que ya no sé como no hacerlo, ya no sé como no esconderte en mis palabras, si cuando me doy cuenta estás ahí. Y me he arrepentido de seguir deseando que algún día tú te arrepientas de no haberte quedado, de no haberme mantenido a tu lado. Aunque sean las tres de la madrugada y no tengas nada mejor que hacer.

-Marie G  

domingo, 11 de septiembre de 2016

Laura Norton

¡Buenas (y románticas) noches!


He vuelto, al fin. Y con una entrada que hacía meses que quería escribir, pero me ha faltado el tiempo y los recursos para hacerlo. Así que, sin más dilación...
Hoy he venido a hablaros de Laura Norton. Es posible que hayáis oído hablar de ella. Y si no, es muy probable que el título de una de sus novelas os haya llamado la atención desde el escaparate de una librería, “No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas” o, en mi caso, “Gente que viene y bah”. Me pareció tan genial este último, y estaba en una época de mi vida que parecía tan oportuno, que me invadieron unas ganas de leerlo incontrolables. Y así lo hice. Por lo que podemos empezar a hablar ya de estas dos obras de arte.

Gente que viene y bah:

Sinopsis:

¿Cuántas probabilidades hay de que te toque el gordo de la lotería? ¿O de que el chico con el que estás a punto de casarte se líe con la presentadora más guapa de la tele la misma semana en la que además pierdes el trabajo?

A Bea le acaba de pasar (excepto lo de la lotería); así que decide huir y refugiarse en la casa de su excéntrica familia buscando un poco de paz, aunque acabará trayendo el caos a la vida de todos. Bea es así. En esta novela vas a encontrar un mercedes rosa, una casa en los árboles, un pelirrojo de caerse de espaldas (literalmente), muchas risas y unas cuantas lágrimas de esas que se lloran a gusto, que te liberan y te reconcilian con la vida. Una historia con la que descubrirás que siempre hay algo bueno esperándote a la vuelta de la esquina. Si sabes verlo. Y si no la cagas.

Opinión personal: 

A pesar de ser el segundo libro de la escritora, fue el primero que leí, como ya he dicho anteriormente, y que me hizo enamorarme de su forma de escribir. El libro te engancha desde el principio, cuando la vida de Bea se desmorona de golpe, y te atrapa poco a poco a través de sus personajes, a cada cual más especial y divertido. Mi favorito es, sin lugar a dudas, Fin, el sobrino de Bea que se pasa todo el libro lamentándose porque todos estamos condenados y porque la vida no tiene sentido alguno. Además, Laura Norton consigue evadirte por completo y meterte de lleno en el camino que tiene que seguir la protagonista para reconducir su vida, y te arranca más de una carcajada con las diferentes situaciones que viven sus personajes. Me atrevería a decir que me recuerda un poco a Bridget Jones. Confieso que incluso lloré con cierta parte del libro (si has leído el libro, me entenderás, y si no, lo harás cuando lo hagas). Así que, os animo a comprar este libro tan lleno de emociones.

Nota: 9/10

No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas:


Sinopsis: 

Si estás leyendo estas líneas es que te ha llamado la atención el título. ¿Te gustaría decírselo a alguien? ¿Serías capaz de decírtelo a ti mismo? Y lo más importante: ¿te gustaría mantener durante un buen rato la sonrisa que se te ha quedado en la cara? Pues esta es tu novela.

Te podríamos contar con más o menos gracia de qué va la cosa, para que te hicieras una idea: que si la protagonista, Sara, es muy maja, que si tiene un trabajo muy interesante (es plumista, ¿a qué nunca lo habías oído?), que si es un pelín obsesiva y alérgica a los sobresaltos... Por supuesto, la vida se le complica y se encuentra con que su piso se convierte en una especie de camarote de los hermanos Marx cuando en la misma semana se meten a vivir con ella su padre deprimido, su hermana rebelde y su excéntrico prometido y, sobre todo, el novio al que lleva mucho tiempo sin ver... Pero mejor no te lo contamos porque te gustará leerlo. Lo único que necesitas saber es que, desde el título, te garantizamos unas cuantas horas de descacharrante diversión como hacía tiempo que no disfrutabas.

Opinión personal: 

Es cierto que este libro no me gustó tanto como el anterior, pero para nada me dejó con un mal sabor de boca. Es más, consiguió colocar a Laura Norton en mi top 5 de mis escritores españoles favoritos mientras estaba leyendo, y una vez terminó, subió hasta el #1, sin lugar a dudas. Aunque sea el primer trabajo de Laura Norton, marca un fantástico inicio en su carrera como escritora. A través de “no culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas”, Norton nos enseña que, da igual lo locos y difíciles, tal vez hasta imposibles, que puedan ser nuestros objetivos, siempre puedes alcanzarlos, con muchísimo esfuerzo y rodeado de tu familia y amigos (aunque a veces te saquen un poco de quicio, toca aceptarlos igual).

Nota: 8/10

El estilo de Norton es muy parecido en sus dos obras, pero para nada aburrido o predecible, y siempre fácil de leer, sobretodo para mí, que enseguida me ganó con su sarcasmo y sus lecciones de vida ocultas en sus palabras. Considero que ha sido un buen momento para escribir esta entrada, ya que, como a mí, a muchos os gustará leeros el libro antes de ver la película, y es que “No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas” va a saltar a la gran pantalla el 11 de noviembre, y todavía estáis a tiempo de leerlo. No nos olvidemos, de que su tercer libro está en camino, y yo no podría tener más ganas. Desde aquí quiero darle las gracias a Laura Norton, por si lo lee, por su manera de hacer que la vida parezca más simple, fácil y divertida. De verdad que lo necesitaba.

Y hasta aquí la reseña de hoy,

¡nos leemos pronto, viajeros!

-Marie G.

domingo, 31 de julio de 2016

Maldición.



Hoy tengo ganas de maldecirlo todo. Fíjate, que no sé ni por donde empezar.
Por las estaciones, quizás. Maldito verano, que te llena de falsas esperanzas. De verdad, que todo parece más fácil en verano. Sal de noche, ¿qué más da? Si puedes dormir toda la mañana si te apetece. ¿Hace calor? ¡Cómete un helado! O bébete un refresco. Tírate a la piscina. Vete a la playa a pasar el día. Conoce a alguien. Un amor de verano. Qué fácil es conocer a alguien cuando no tienes preocupaciones.
Espera a que llegue septiembre, cuando las responsabilidades y la rutina os hagan replantear toda vuestra relación porque no estáis acostumbrados a las dificultades. Maldito otoño, con sus árboles que pierden hojas tan rápido como vas perdiendo tus partes favoritas de tu relación veraniega, que al final te importa más que un simple rollo de verano. Contratiempos del amor, supongo.  
Y deja por fin que llegue el invierno, y que congele y mate lo poco que quedaba. Las ganas de veros, las llamadas a las tres de la madrugada para despertarte porque sí, las noches en casa viendo películas, los posteriores "quédate, es tarde, no tienes que irte a casa"; los planes para el siguiente verano, los cafés después de comer antes de ir a trabajar otra vez, "¿te encuentras mejor? Te he preparado sopa", las noches de fiesta, los "no vuelvo a beber en la vida", los recuerdos de cuando empezasteis a pasar tiempo separados porque terminaba el verano y os pasabais el día hablando por teléfono para compensar. Deja que el crudo invierno se lleve todo eso, y que una noche, después de horas hablando, decidáis que nada de eso vale la pena, y siente el frío más que nunca en las noches que vengan después.
Maldita primavera, que hace que todo florezca, mientras tu vida sigue igual que siempre, y los días pasan sin una sola llamada.
¿He maldecido ya al verano? Que vuelve siempre.
Maldita esta ciudad, de la cual parece que nadie puede escapar. La maldigo porque sé que no nos equivocamos solo en el momento, si no también en el lugar. Y maldito tú, con tu carácter huracán, que arrasarías Barcelona entera. Imagínate qué has hecho conmigo.
Maldita pareja de enamorados que se pasean por El Retiro presumiendo de lo felices que son.
Malditas películas que te hacen creer en algo imposible de conseguir.
Malditas circunstancias.
Malditos momentos felices que ya no están.
Maldito tú. Aunque tengas la misma cantidad de culpa que yo.
Así que maldita suerte, malditas estrellas, maldito karma, maldito destino y malditos todos esos agentes que han influido en que no hayamos podido tener la oportunidad de ser lo que queríamos ser.

-Marie G.

viernes, 8 de julio de 2016

Rebeldes con causa.


Que digan lo que quieran de nosotros, dices: bueno o malo. Total, lo importante es que hablen, y que te recuerden. Y sabes de sobras que te van a recordar, porque como para olvidarte. ¿Y yo? Maldita sea, como si existiera la más mínima posibilidad de que desaparecieras de mi cabeza, habiéndome cambiado la vida como me la has cambiado, y habiéndome cambiado a mí como lo has hecho.

Grita todo lo que quieras. Grita cualquier estupidez. Grita porque sí. Canta a gritos cualquier canción, grítale cualquier insulto al conductor que sea que te haya jodido por lo que sea, grita de emoción, grita que me quieres. Grita, aunque te tomen por loco.

Y ríete igual, sin ningún tipo de reparo, que tienes una risa preciosa. Ríete a carcajadas, hasta que te falte el aire y te duela el estómago. Ríete con esa risita nerviosa de cuando sabes que la has cagado o te avergüenzas. Ríete como cuando digo alguna de mis tonterías, negando con la cabeza. Ríete conmigo.

Piensa. Piensa mucho. A pesar de que a veces parezca que no, que ya te digo yo que disimulas muy bien. Pero no dejes de pensar, que tienes una cabeza que ya les gustaría a esos aburridos adultos que te tachan de niñato, y sigue teniendo todas esas ideas disparatadas, que te prometo que de verdad que no lo son tanto.

Prométeme cosas. Como que no te vas a ir, porque de verdad que te vas a llevar una gran parte de mí contigo si te vas. Prométeme viajes por todo el mundo, con lo que nos gusta viajar. Prométeme que tu tampoco te olvidas de mí. Prométeme peleas, gritos, enfados, batallas que no lleguen a guerras. Prométeme que firmaremos la paz siempre antes de ir a dormir, que sabes que odio terminar el día enfadada. Prométeme alzar la bandera blanca, no dejes que siempre lo haga yo.

Escóndete de todo el mundo, si quieres. Que no sepan quién eres. Pero no te escondas de mí, que sabes que me ha costado mucho encontrarte, y tengo un miedo atroz a perderte.


Haz todo esto, como siempre, que es como te has colado en mi vida.

Que nos encierren, si quieren, por lo que quieran, que mientras nos tengamos el uno al otro no le tememos a nada. Rebeldes sin causa, nos llaman. Que no escuchamos a nadie. Es posible que sea verdad. Pero yo sí que tengo una causa. Eres tú. Como siempre.


domingo, 29 de mayo de 2016

Lo siento mucho.




Lo siento.

Siento no haber sido suficiente. Suficientemente valiente, para decirte lo que siento por ti; suficientemente feliz, para no agobiarte con mis problemas; suficientemente parecida a ti, que no coincidimos ni en opiniones ni en gustos aunque nos maten. Suficientemente nada.

Siento ser incapaz de pasar un día sin hablar contigo. Siento que para ti eso no signifique nada.

Siento pensar que el color de tus ojos son como un maldito océano, y siento ahogarme en ellos. Que te prometo que lucho, pero termino rindiéndome, y hundiéndome. Todas. Las. Malditas. Veces.

Siento que haya tantas cosas que no sé de ti.

Siento no poder decirte tantas cosas, como que Madrid temblaría bajo tus pies, porque eres revolución pura. Que la Torre Eiffel se inclinaría ante ti y las luces de París no serían nada comparadas con tu sonrisa. Que los mismísimos dioses del Olimpo te tienen envidia. Todos ellos. Y que qué demonios sabrán esos idiotas que se tiran de lo alto de un avión de emociones fuertes si no han estado a centímetros de tu boca.

Maldito testarudo, que es imposible ganar una discusión contigo. Que sacudes las jodidas paredes con tus gritos y todos mis esquemas con tus argumentos. Siento quedarme callada siempre y ponerte nervioso. Siento que soportes tan poco que no me salgan las palabras porque sabes que tengo muchísimo que decir.

Siento que los buenos momentos eclipsen siempre los malos, a pesar de todo, y que sé que te gustaría que fuera más fuerte y lo enviara todo a la mierda, pero sabes que siempre busco el lado positivo de todo. Siento no poder decirte nunca que no.

Siento eso, también. Lo del positivismo. Siento no poder ver las cosas como tu las ves, siento que a mi no todo me parezca tan malo, ni blanco o negro. Lo siento, pero alguno de los dos tiene que tener un poco de fe en el mundo. Y tu no tienes ni un poquito. Así que me toca a mi.

Siento no poder hacerte cambiar de opinión, siento no poder apartarte de tus ideas y siento no poder demostrarte con hechos que a pesar de que el mundo es un desastre, siempre habrá algo por lo que levantarse por las mañanas y seguir adelante.

Siento que creas que tienes que protegerme de todo. No hace falta, de verdad. Ya tienes bastante con lo que te ha tocado. Ojalá supieras lo mucho que aguanto realmente. Pero no me escuchas. Eso no es culpa mía.

Pero a pesar de todo, no siento enamorarme de ti. Ni ahora ni en un millón de años. No diré que eres mi mejor mitad, porque esa soy yo. Que a pesar de que te diga tantísimas veces lo contrario, o que creas que soy la persona más dependiente que has conocido, realmente no voy a dejar nunca que seas más importante que yo para mí.

Pero me he enamorado de ti, y no es algo que vaya a cambiar pronto, y no voy a pedirte perdón por eso. Porque joder, si te vieras con mis ojos, lo entenderías todo. Porque como no caer rendida ante las estrellas que tienes entre las pestañas y los fragmentos de universo que se escapan cada vez que parpadeas.

No voy a pedir perdón por perder ante algo contra lo que no puedo luchar.

No pediré perdón por perder ante ti.  

domingo, 22 de mayo de 2016

¿Ha matado la tecnología al romanticismo?

¡Buenas (y románticas) noches!




Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor. Y puedes estar más de acuerdo con esa afirmación o menos. En mi opinión, hay cosas que solían ser más hermosas en el pasado. Aunque reconozco que no todas.

Por ejemplo, ¿cuantas cartas escritas a mano habéis enviado y recibido? Con sinceridad. Para mí, que se pierda esa costumbre es una de las cosas más tristes que hay. Enviabas la carta y esperabas con ilusión a que llegara la respuesta. No tiene nada que ver con los mensajes o emails, realmente ponías todo tu esfuerzo en esa carta.

Para conocer a alguien, te veías obligado a pasar tiempo con él o ella, en lugar de estar pegado las 24 horas del día pegado a la pantalla del móvil esperando a que te digan algo. Y hablando del pasar tiempo con alguien, que levante la mano el que haya estado con su teléfono en una reunión con amigos. Ya, lo sé. Ahora esto podría resumirse en esa famosa escena de Mean Girls. Estoy segura que todos sabéis de qué hablo.

¿Y qué hay de las citas? Esto no tiene nada que ver con la tecnología, la era de los smartphone y demás, pero, ¿por qué se han perdido? Nadie pide citas, cuando es una de las cosas más románticas que había. Ahora la gente queda e improvisa, pero anda que no me gustaría a mí que un chico se esforzara en planear la velada perfecta.

Si la película 101 dálmatas tuviera lugar en los tiempos modernos, estoy segura de que al caer al agua estarían más preocupados de salvar sus aparatos electrónicos que de hablar el uno con el otro.

¿Y de qué van a hablar los poetas y escritores ahora? ¿Donde van a encontrar la inspiración, si nos pasamos la vida con la nariz pegada a una pantalla, en lugar de metida en un buen libro? Hay tantas musas que van a pasar desapercividas de ahora en adelante. Y las que sean encontradas, ¿cómo van a ser descritas? ¿Qué van a estar haciendo? Porque a mi no se me ocurre nada menos poético y carente de significado que un móvil. Aunque bueno, esa es solo mi opinión.

No digo que la tecnología sea lo peor que nos ha pasado, porque si no os habéis dado cuenta, estoy escribiendo en una plataforma de internet. Solo digo, que ojalá supiéramos administrar mejor nuestro tiempo, y ojalá fuéramos capaces de combinar todo lo nuevo que se nos entrega con todas esas cosas del pasado que tenían belleza en ellas y que no deberíamos perder.

Y con esta pequeña reflexión me despido por esta semana,


¡nos leemos pronto, viajeros!

domingo, 20 de marzo de 2016

Vuelve a Granada.




Acuérdate de mí. Acuérdate de ti. Acuérdate de nosotros.
Acuérdate de todo lo que vivimos. De las tardes en Plaza Nueva y de cómo para mis ojos no había nadie ahí más especial o interesante que tú, aunque me enfadara contigo e intentara disimularlo.
De cuando te llevé a Realejo y me dediqué a contarte mil y una curiosidades de esta ciudad que tanto amamos. Gracias por escucharme, gracias por ser tan tú y tener esa curiosidad natural por todo lo que te rodea y tus ganas de saber más.
De que te reíste de mí y me llamaste cursi al pasar por debajo de ese balcón tapiado de Elvira y su amante en el Albaycín, y justo después, alegraste el Paseo de los Tristes, de la misma manera que solías alegrar mis días.
De cuando me cogiste de la mano por primera vez en los Jardines del Triunfo, que te miré y le estabas dando una calada a tu cigarro, y clavando los ojos al frente, sonreíste, sin decir nada. Y yo también sonreí. Tú y tu manía de actuar sin pensar ni dar explicaciones a nadie.
De que me besaste en el Mirador de San Nicolás, justo después de que comentara lo hermosa que se veía la Alhambra desde allí. Otra vez decidiste dejarte de conversaciones serias o justificaciones, y me preguntaste si quería ir a visitarla, que tenías un amigo que nos podía colar. Te reíste de que con mi altura sería imposible encajar mi mano en la que adornaba el arco de la Puerta de la Justicia, y me subiste a tus hombros. “¿Llegas ahora?”, preguntaste entre risas. Y paseando por los jardines nos dimos cuenta de que todo era más fácil en la Alhambra, y mucho menos feo que en el mundo real. Que digan lo que quieran, que para nosotros ese lugar es una Maravilla del Mundo. Que en mi lista de momentos favoritos, estamos nosotros dos esa noche, viendo Granada desde la Alcazaba.
No recuerdo una época más feliz que la que pasé a tu lado, no recuerdo a nadie capaz de descubrir tantos de mis secretos de la manera en la que lo hacías tú, no soy capaz de concebir como voy a querer a alguien tanto como te quise... Como te quiero a ti. Tantos momentos compartidos en tan poco tiempo, y aún así insuficientes. Porque te fuiste. ¿Por qué te fuiste?
Quiero que vuelvas. Estés donde estés, quiero que recuerdes Granada, quiero que recuerdes nuestro pequeño trocito de cielo en la Tierra. Que las luces de Granada brillaban por ti, por tus ojos celestes, por tu sonrisa juguetona y por tu forma de ser.
Que Granada llora (conmigo) todas las noches si tu no estás, y que las dos esperamos que vuelvas,
a querernos,
a descubrirnos,
a destapar nuestros secretos,
a robarnos el corazón,
a encender las luces.



-Marie G.

lunes, 14 de marzo de 2016

Harry Potter Tag

¡Buenas (y románticas) noches!




Vale, sí, he tardado un poco más en subir una entrada de lo que tenía planeado pero he tenido exámenes y ha sido todo horrible. Pero tengo posts preparados para esta Semana Santa y espero que os gusten tanto como a mí.

Bien, quería que la primera entrada fuera sobre algo que realmente me gustara, y creo que lo que más me gusta en este mundo es Harry Potter, así que, dicho esto...

Recuerdo que empecé a ver Harry Potter cuando era muy pequeña. Mis padres habían comprado las dos primeras películas, justo cuando salió la segunda en cinta de vídeo. Las vimos en casa y me encantaron, y cuando nos enteramos de que iba a salir El Prisionero de Azkaban, no dudé en suplicarles que me llevaran a verla. Así lo hicimos, y desde entonces, se convirtió en una tradición ir a ver todas las películas de la saga que sacaban al cine, y es por eso que podría decir que Hogwarts ha estado presente en mi vida desde que tengo uso de razón. Un día, decidí leerme los libros, y desde entonces hasta ahora aquí estamos, y creo que así vamos a seguir durante mucho tiempo. Así que, sin más preámbulos...

1. ¿Cuál es tu libro favorito?


El Prisionero de Azkaban, sin lugar a dudas. Creo que es porque es cuando creo que empiezan a “definirse” los personajes, además de que sale Sirius Black, que me encanta. Y no nos olvidemos de Buckbeak: siempre he adorado las criaturas fantásticas.

2. ¿Cuál es tu película favorita?


Me encanta El Prisionero de Azkaban, pero también La Orden del Fénix, así que no sabría qué escoger. La primera, por lo mismo que el libro, y la última, porque la trama me atrapa desde el primer momento y no me canso de verla.

3. ¿Cuál es tu libro menos favorito?


La Piedra Filosofal. Supongo que tengo la impresión de que el libro todavía no tiene todo lo que tienen todos los demás, la cual cosa no significa que no me guste. Porque sí, pero es el que menos.

4. ¿Cuál es tu película menos favorita?


La misma respuesta que la anterior.

5. ¿Partes del libro/películas que te hicieron llorar?


Cada vez que se habla de James y de Lily y las muertes de Snape, Dobby y Sirius.

6. Si pudieras enrollarte con cualquier personaje, ¿con cuál sería?


Fred, please.

7. ¿Personaje favorito?


Hermione. ¿Qué os voy a contar? Siempre he amado a Hermione. Aunque McGonagall también anda por ahí.

8. ¿Personaje menos favorito?


Dolores Umbridge. Qué asco.

9. ¿Frase favorita?


Hay muchas, pero una de ellas sería:

La felicidad puede hallarse hasta en los más oscuros momentos si somos capaces de usar bien la luz” - Albus Dumbledore.

O:

Oír voces que nadie puede oír no es buena señal, ni siquiera en el mundo de los magos” -Ron Weasley.

10. ¿Frase menos favorita?


¡Mi padre se enterará de esto!” -Draco Malfoy.
    11. ¿Cuál sería tu patronus?


Como he hecho 268273928 tests y no he repetido en ninguno de ellos, esperaré al de Pottermore, y mientras, quiero que sea un lobo.

12. ¿Cuál sería tu boggart?


Una araña gigante. Odio las arañas.

13. ¿Qué preferirías tener? ¿La capa de invisibilidad, la varita de saúco o la piedra de la resurrección?


La capa de invisibilidad, gracias.

14. ¿En qué casa estarías?


Ravenclaw, siempre.

"Or yet in wise old Ravenclaw,

If you've a ready mind,

Where those of wit and learning,

Will always find their kind."


15. Si estuvieras en el equipo de Quidditch, ¿en qué posición jugarías?


¿Si olvidamos el hecho de que soy una negada en los deportes? Probablemente Buscadora.

16. ¿Cuál sería tu clase favorita?


Ah, no sé. Ay, ¿defensa contra las artes oscuras? ¿Encantamientos? ¿Historia de la magia? ¿Cuidado de las Criaturas Mágicas?

17. Si pudieras revivir cualquier personaje, ¿cuál sería?


¿Solo puedo elegir a uno? ¿Sirius? ¿Fred? ¿Sirius? ¿Fred? No puedo elegir, adiós.

18. ¿Cuál sería tu trabajo en el mundo mágico?



Subdirectora o directora en Hogwarts, en plan Minerva McGonagall.

19. Si pudieras conocer a un miembro del cast, ¿cuál sería?


Emma Watson, sin lugar a dudas.

20. ¿Te gustó el final?


Sí, fue precioso, y no hay más.

21. ¿Qué significa Harry Potter para ti?


Como he dicho antes, Harry Potter me ha acompañado casi toda mi vida, así que es algo que forma parte de mi. Harry ha sido como una vía de escape, porque como dijo nuestra queridísima Rowling, sea a través de los libros o de la pantalla, Hogwarts siempre estará ahí para darte la bienvenida a casa. Básicamente, el mundo de los magos es para mí, un hogar.

-Marie G.


sábado, 20 de febrero de 2016

Buenas (y románticas) noches




Ya hacía tiempo que quería escribir aquí. Este es solo un post para daros la bienvenida, porque hay días que necesito escapar, escribir, desahogarme, y me ha parecido que esta es la mejor manera.
Todavía no sé muy bien exactamente a qué va a ir destinado este blog, pero si tengo claro que no voy a centrarme en una sola cosa y espero que me acompañeis a lo largo de esta nueva aventura y que descubrais conmigo la esencia de “Scripturient”.
Espero que disfruteis tanto de esto como yo,
¡nos leemos!


Marie G.