viernes, 8 de julio de 2016

Rebeldes con causa.


Que digan lo que quieran de nosotros, dices: bueno o malo. Total, lo importante es que hablen, y que te recuerden. Y sabes de sobras que te van a recordar, porque como para olvidarte. ¿Y yo? Maldita sea, como si existiera la más mínima posibilidad de que desaparecieras de mi cabeza, habiéndome cambiado la vida como me la has cambiado, y habiéndome cambiado a mí como lo has hecho.

Grita todo lo que quieras. Grita cualquier estupidez. Grita porque sí. Canta a gritos cualquier canción, grítale cualquier insulto al conductor que sea que te haya jodido por lo que sea, grita de emoción, grita que me quieres. Grita, aunque te tomen por loco.

Y ríete igual, sin ningún tipo de reparo, que tienes una risa preciosa. Ríete a carcajadas, hasta que te falte el aire y te duela el estómago. Ríete con esa risita nerviosa de cuando sabes que la has cagado o te avergüenzas. Ríete como cuando digo alguna de mis tonterías, negando con la cabeza. Ríete conmigo.

Piensa. Piensa mucho. A pesar de que a veces parezca que no, que ya te digo yo que disimulas muy bien. Pero no dejes de pensar, que tienes una cabeza que ya les gustaría a esos aburridos adultos que te tachan de niñato, y sigue teniendo todas esas ideas disparatadas, que te prometo que de verdad que no lo son tanto.

Prométeme cosas. Como que no te vas a ir, porque de verdad que te vas a llevar una gran parte de mí contigo si te vas. Prométeme viajes por todo el mundo, con lo que nos gusta viajar. Prométeme que tu tampoco te olvidas de mí. Prométeme peleas, gritos, enfados, batallas que no lleguen a guerras. Prométeme que firmaremos la paz siempre antes de ir a dormir, que sabes que odio terminar el día enfadada. Prométeme alzar la bandera blanca, no dejes que siempre lo haga yo.

Escóndete de todo el mundo, si quieres. Que no sepan quién eres. Pero no te escondas de mí, que sabes que me ha costado mucho encontrarte, y tengo un miedo atroz a perderte.


Haz todo esto, como siempre, que es como te has colado en mi vida.

Que nos encierren, si quieren, por lo que quieran, que mientras nos tengamos el uno al otro no le tememos a nada. Rebeldes sin causa, nos llaman. Que no escuchamos a nadie. Es posible que sea verdad. Pero yo sí que tengo una causa. Eres tú. Como siempre.


Share:

2 comentarios: